Integrantes del proyecto de muñecas combatientes en compañía de miembros de la ONU. Fotografía del archivo de Misión de verificación de la ONU en Colombia. Recuperada de: https://colombia.unmissions.org/las-mu%C3%B1ecas-por-la-paz-recibieron-visita-de-alto-nivel

Cauca, Miranda, Corinto y Caloto

Muñecas combatientes por la paz, la reconciliación y la vida

En el año 2018 un grupo de 5 mujeres excombatientes de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) pertenecientes al Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Monteredondo en el municipio de Miranda, Cauca, emprenden, junto a la maestra y artesana Francy Restrepo, la iniciativa Muñecas combatientes por la paz, la reconciliación y la vida, la cual consiste en la elaboración de muñecas de trapo para la venta con la intención de ofrecer un producto que no sólo posibilitara tener un ingreso económico, sino que permitiera compartir sus experiencias de vida como mujeres que después de haber estado en la guerra, se enfrentaban a los retos de la construcción de paz. En esta iniciativa participan hoy otras mujeres, de otras veredas y también de los municipios de Corinto y Caloto, que se han unido para abrir oportunidades a la paz en medio de condiciones muy adversas. Las muñecas cuentan historias diversas, unas visten sus cuerpos de tela con pequeñas camisas blancas y faldas rojas que representan a la mujer excombatiente; otras se visten con camisetas negras, faldas camufladas y pañoletas verdes, las cuales recuerdan a la mujer combatiente, incluso sus pequeñas prendas son elaboradas con retazos de los antiguos uniformes de la guerra; hay otras muñecas que representan a las mujeres campesinas, indígenas, afros que habitan el territorio caucano. El elemento que une a todas las muñecas es que cada una lleva consigo una semilla de maíz dentro de una canasta, también tejida con las fibras naturales de la región. La semilla significa el vínculo con la tierra que tienen las mujeres, el cuidado de la vida y los alimentos a través de prácticas ancestrales. También simboliza la paz, como una siembra y un propósito diario; y es una muestra de que aún con sus diferencias todas las mujeres de la región tienen arraigo a su tierra y lideran combates para que la vida siga floreciendo. En palabras de Francy Restrepo, una de sus lideresas, “el tejido es tierra”, por lo tanto sus puntadas están unidas a la producción de alimentos, recogen los saberes de los tejidos que se elaboran con iraca y otras fibras naturales que crecen en las montañas del Macizo Colombiano. Además, hacen parte de un entretejido más grande que incluye otros proyectos productivos como la elaboración de yogurt, mermeladas y otros alimentos y la cría de especies menores y otros animales. A su vez, estas iniciativas están en profunda relación con otros territorios, pues se desarrollan en el ETCR, también en los NAR (Nuevas Áreas de Reincorporación) y por supuesto, los municipios de Miranda, Corinto y Caloto. Aún con las dificultades que desde la firma de los Acuerdos de Paz viven los y las excombatientes en el departamento del Cauca, un territorio de altas conflictividades, donde las amenazas de diferentes actores armados son recurrentes tanto para las personas en proceso de reincorporación como para las comunidades, las mujeres insisten con sus puntadas en enseñar desde sus historias de vida que sus manos hoy se esfuerzan por ensartar el hilo, coser y cortar telas para hacer posible la reconciliación y la paz. Actualmente en el grupo participan más de veinte mujeres, algunas incluso viven en las veredas cercanas y no son excombatientes.

Piezas

Contexto sociopolítico

Los municipios de Miranda, Caloto y Corinto hacen parte del Norte del Cauca, donde también se ubican Santander de Quilichao, Buenos Aires, Suárez, Puerto Tejada, Guachené, Villa Rica, Padilla, Jambaló, Caldono y Toribío. Esta región está localizada entre las cordilleras central y occidental teniendo como eje la cuenca del Río Cauca. Además, limita con los departamentos del Huila, El Tolima y el Valle del Cauca. La agroindustria de la caña que es una de las principales actividades económicas de la región, es fuente de grandes tensiones, pues desde los años 50, los ingenios han expandido sus cultivos y lo han hecho en las tierras más fértiles, reduciendo el territorio y las posibilidades a la producción campesina (OTEC, sf). En esta región también tienen espacio los cultivos de uso ilícito que han propagado la disputa entre actores ilegales y las fuerzas militares por el control...

Los municipios de Miranda, Caloto y Corinto hacen parte del Norte del Cauca, donde también se ubican Santander de Quilichao, Buenos Aires, Suárez, Puerto Tejada, Guachené, Villa Rica, Padilla, Jambaló, Caldono y Toribío. Esta región está localizada entre las cordilleras central y occidental teniendo como eje la cuenca del Río Cauca. Además, limita con los departamentos del Huila, El Tolima y el Valle del Cauca. La agroindustria de la caña que es una de las principales actividades económicas de la región, es fuente de grandes tensiones, pues desde los años 50, los ingenios han expandido sus cultivos y lo han hecho en las tierras más fértiles, reduciendo el territorio y las posibilidades a la producción campesina (OTEC, sf). En esta región también tienen espacio los cultivos de uso ilícito que han propagado la disputa entre actores ilegales y las fuerzas militares por el control del territorio, multiplicando los enfrentamientos, donde las comunidades locales son quienes quedan en medio de este hostigamiento. Su ubicación permite la conexión directa con el Pacífico Colombiano, lo que ha potenciado el tránsito de drogas ilícitas y armas. También ha sido un lugar que permite la movilidad hacia lugares que históricamente han sido de asentamiento guerrillero de las antiguas FARC-EP, en el sur del Tolima y el Huila, lo cual resulta atractivo para los actores armados que se encuentran en la región. La guerra en este territorio ha sido protagonizada históricamente por los ataques entre grupos guerrilleros como las antiguas FARC-EP, el Quintín Lame y el M-19, grupos paramilitares del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia (desmovilizadas en 2005), y, de manera más reciente, grupos paramilitares post-desmovilización como Los Rastrojos y Los Urabeños, o bandas delincuenciales de las zonas urbanas, quienes a través de estigmatizaciones, señalamientos y amenazas a la comunidad han denigrando su integridad, obligándola a desplazarse y desarraigarse de sus raíces en algunos casos, o peor aún, asesinandola. Sin embargo, tras varios intentos de entablar diálogos de paz para el cese de la guerra entre el Estado Colombiano y las FARC-EP, en el 2016 se logra firmar un Acuerdo de Paz que daría fin al conflicto armado con la guerrilla más antigua del país. Este es un acuerdo que compromete a ambas partes a trabajar por la reparación del tejido social en la población colombiana y por una no repetición o no regreso a las armas por parte de los y las reincorporadas. Con base a lo pactado, se conforman los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) para la reincorporación colectiva de la población exguerrillera. Entre ellos, se forma el ETCR Holman Echeverry de Monteredondo en el municipio de Miranda, el cual llegó a tener 480 personas reincorporadas, pero por los incumplimientos institucionales y la violencia, los y las exguerrilleras han tenido que migrar a otros ETCR, NAR (Nuevas Áreas de Reincorporación), ubicadas en los municipios vecinos de Caloto y Corinto) o a estar con sus familias, reuniendo en 2019 a 70 personas aproximadamente. La instalación de este ETCR en la región propuso un paso para la construcción de paz. En este, se desarrollan diversos proyectos productivos como la elaboración de yogur con derivados del café, la porcicultura, la ebanistería y el fortalecimiento de la soberanía alimentaria. Apuestas a través de las cuales se construye el proceso de reincorporación como un aporte a la construcción de la paz aún en medio de la coyuntura política y social que se presenta en el territorio donde se ubica el ETCR, asediado permanentemente por múltiples violencias. Allí, no solo participan personas reincorporadas de FARC, sino que también, se ha abierto el espacio para los/as campesinos/as comuneros/as, indígenas y afro de la región, que han decidido sumarse a estas iniciativas productivas. Adicionalmente, se destaca el proyecto de mujeres llamado Muñecas combatientes por la paz, la reconciliación y la vida, que con recursos propios ha emprendido una apuesta económica de elaboración de muñecas de trapo que venden para fortalecer la reconstrucción social. A través de puntadas, las integrantes del proyecto, encuentran una posibilidad de obtener una entrada de recursos económicos que medien su estabilidad, individual y como comunidad fariana, al tiempo que fortalecen su compromiso con la reconciliación. Con este, buscan reivindicar la importancia de la mujer campesina, afro e indígena, en medio de una lucha constante contra la guerra, destacando que son ellas, quienes han vivido directamente profundas afectaciones de la guerra están dispuestas para repensar constantemente nuevas formas de reconstruir sus vidas, seguir cuidando y ejercer sus liderazgos aún en medio de una pugna, que exacerba las violencias de género y las persecuciones hacia las mujeres.

Caracterización del colectivo

Esta propuesta es liderada y materializada por Francy Restrepo -una artesana y médica tradicional que llegó a este espacio-, quien junto a cinco mujeres integrantes del ETCR, de raíces campesinas e indígenas, deciden transformar sus armas de lucha. A este grupo base se han unido otras mujeres que no son excombatientes, pero que han encontrado allí, oportunidades económicas a partir de los procesos de reincorporación que se construyen en este territorio. Actualmente son 9 mujeres, quienes a través de la costura trazan un nuevo futuro de paz con un hilo en sus manos. Este proyecto está configurado con un alto sentido político social y cultural, que lucha por integrarse al mercado a través de la elaboración de estas muñecas, con la intención de tener un reconocimiento como otra de las acciones emprendidas para la construcción de paz que, además, generan un aporte a la construcción de...

Esta propuesta es liderada y materializada por Francy Restrepo -una artesana y médica tradicional que llegó a este espacio-, quien junto a cinco mujeres integrantes del ETCR, de raíces campesinas e indígenas, deciden transformar sus armas de lucha. A este grupo base se han unido otras mujeres que no son excombatientes, pero que han encontrado allí, oportunidades económicas a partir de los procesos de reincorporación que se construyen en este territorio. Actualmente son 9 mujeres, quienes a través de la costura trazan un nuevo futuro de paz con un hilo en sus manos. Este proyecto está configurado con un alto sentido político social y cultural, que lucha por integrarse al mercado a través de la elaboración de estas muñecas, con la intención de tener un reconocimiento como otra de las acciones emprendidas para la construcción de paz que, además, generan un aporte a la construcción de memoria sobre la vida de las mujeres excombatientes. Mujeres, que cambiaron sus armas de fúsiles por máquinas de coser, despulpadoras y otros elementos, con los cuales están aportando a la transformación social de este país.

Documentos y enlaces asociados